El dolor agudo surge para proteger al organismo del daño o del posible peligro. De ese modo, el dolor agudo que sufrimos cuando colocamos, sin querer, la mano sobre una estufa caliente reducirá la posibilidad de un mayor daño gracias a la retirada inmediata del brazo que realizamos instintivamente.
En el dolor crónico, en contraposición a dolor agudo, ha perdido su función de protección. A la hora de explicar a los pacientes esto mismo, normalmente se utiliza la metáfora del sistema de alarma:
• El dolor persistente es como un timbre que se ha vuelto loco. Por lo general, cuando se pulsa un timbre, suena en la casa una vez y eso es todo. Su objetivo es avisar al propietario que alguien quiere verlo. Pero, en el caso del dolor crónico, es como si el timbre de la casa sonará en cada casa del bloque. Y además no sólo suena una vez, sino que suena todo el día y toda la noche (Tupper, 2012). Es decir, ha perdido su función original y encima está interrumpiendo en la tranquilidad de todos los vecinos.
• El dolor crónico es como un despertador roto. Imagine que su despertador suena a las 7:00, y cuando pulsa el botón para detenerlo no se apaga como se supone que debe hacerlo. Intenta pretar el botón para detenerlo, desenchufa el reloj, saca las pilas, e incluso lo lanza por la ventana, pero aun así sigue sonando. El objetivo de despertarle ya lo ha conseguido, por tanto, que continúe sonando ya no hace ningún bien, al contrario.
En el caso de un dolor crónico, los tejidos ya están bien, sin embargo la alarma sigue sonando y fastidiando la vida del individuo (R. Coakley).
• El dolor crónico es como una alarma de coche. A veces, una alarma de coche puede sonar incluso cuando no hay ninguna señal de peligro. Por ejemplo, a veces, un coche sólo necesita ser golpeado suavemente para activar la alarma; otras veces, un camión pasa junto a un automóvil estacionado y activa el sistema de alarma. Algunas alarmas de los coches, al parecer, son muy sensibles, mientras que otros apenas se encienden. El propósito de la alarma del coche es alertar a otras personas de que el coche está en peligro. Sin embargo, cuando la alarma se dispara accidentalmente y no hay ninguna señal de peligro, no deja de ser una falsa alarma. En vez de hacer la vida más fácil, lo que hace es empeorar al paciente.
En el dolor crónico, en contraposición a dolor agudo, ha perdido su función de protección. A la hora de explicar a los pacientes esto mismo, normalmente se utiliza la metáfora del sistema de alarma:
• El dolor persistente es como un timbre que se ha vuelto loco. Por lo general, cuando se pulsa un timbre, suena en la casa una vez y eso es todo. Su objetivo es avisar al propietario que alguien quiere verlo. Pero, en el caso del dolor crónico, es como si el timbre de la casa sonará en cada casa del bloque. Y además no sólo suena una vez, sino que suena todo el día y toda la noche (Tupper, 2012). Es decir, ha perdido su función original y encima está interrumpiendo en la tranquilidad de todos los vecinos.
• El dolor crónico es como un despertador roto. Imagine que su despertador suena a las 7:00, y cuando pulsa el botón para detenerlo no se apaga como se supone que debe hacerlo. Intenta pretar el botón para detenerlo, desenchufa el reloj, saca las pilas, e incluso lo lanza por la ventana, pero aun así sigue sonando. El objetivo de despertarle ya lo ha conseguido, por tanto, que continúe sonando ya no hace ningún bien, al contrario.
En el caso de un dolor crónico, los tejidos ya están bien, sin embargo la alarma sigue sonando y fastidiando la vida del individuo (R. Coakley).
• El dolor crónico es como una alarma de coche. A veces, una alarma de coche puede sonar incluso cuando no hay ninguna señal de peligro. Por ejemplo, a veces, un coche sólo necesita ser golpeado suavemente para activar la alarma; otras veces, un camión pasa junto a un automóvil estacionado y activa el sistema de alarma. Algunas alarmas de los coches, al parecer, son muy sensibles, mientras que otros apenas se encienden. El propósito de la alarma del coche es alertar a otras personas de que el coche está en peligro. Sin embargo, cuando la alarma se dispara accidentalmente y no hay ninguna señal de peligro, no deja de ser una falsa alarma. En vez de hacer la vida más fácil, lo que hace es empeorar al paciente.